lunes, 23 de noviembre de 2009

El Sueño


Como todos los veranos llegué a Batres, pueblo de Madrid perdido entre Griñón y El Álamo. Me fascinaba este pequeño pueblo de unos 200 vecinos.

Escondido a la izquierda de la carretera que va de Griñón a navalcarnero.
Una vez iniciado el camino que conduce al pueblo,traspasabas el puentecillo por donde discurría el arroyo, y aparecían ante tus ojos todos los verdes del mundo. Un vergel de plantas y madreselvas...y su olor penetrante a hierba fresca te daban la mas grata bienvenida. Parecía que la maleza trataba de ocultar el pueblo, ya que desde la carretera de navalcarnero solo se divisaba la torre del castillo, del antiguo castillo. La torre, vigía permanente muy valiosa en otros tiempos.

Una vez instalado decidí bajar al arroyo, a mi acacia favorita.
Todos los veranos me sentaba en su base, y apoyando la cabeza sobre su vientre me adormecía. Me embriagaba la suave brisa, el olor a naturaleza fresca, el cantarín discurrir del agua... el cuchicheo de los álamos, y el susurro de la enramada mecida por la brisa.

Pensando en quitarme el "estres" que traía de Madrid seguí bajando, dejando a un lado el castillo y mas abajo la mazmorra o gruta enrejada, donde imaginé los alaridos de los condenados, y los gritos de los allí recluidos, ( estas conclusiones siempre fueron producto de mis pensamientos, ya que jamás supe si de verdad era una mazmorra o para qué se utilizaba en tiempos remotos.

Mas abajo aún, a la derecha del puentecillo El Manantial, monumento al agua con esta inscripción en la piedra, encima del caño: SI VIVO, VIVES...SI MUERO, MUERES. Que sabio quien escribió esto -pensé-

El enorme caño vertía agua incansablemente día y noche, sobre el pequeño arroyo donde me dirigía.

Seguí la vereda de tierra... bajé la vista y vi aquellas huellas frescas aún sobre el suelo. Decidí seguirlas.... ¡Sí! las seguiría.

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¡Qué tontería! - pensé - ¿ Porqué seguir "huellas" ¿a mí que me importaba? ...Pero... me fue imposible dejar de perseguir a quien iba delante de mí.

Ignoro si temiendo que se sentase también en mi árbol, en mi acacia...pero me fascinaba el saber a quien pertenecían.
Eran de unas sandalias -pensé otra vez-. Sin dudar un instante fui pisando huellas, como "jugando a detective", esto me hizo sonreír. Posiblemente quiera relajarse, igual que yo, o quizá también le guste la naturaleza...el arroyo.
Un golpe de brisa me sacó de mi ensimismamiento. Respiré hondo y me "tragué" un trocito de aquél día maravilloso.

De improviso alcé la vista, una bandada de pájaros en formación surcaba el cielo azul, se perseguían, sus trinos y cantos despertaban el arroyo, al silencio "antiguo" y misterioso de la enramada. Despertaba el verano.... despertaba la naturaleza y bostezaba sacudiéndose el sueño invernal y el melancólico otoño.

Pisando la sombra de los pinos y álamos que bailaban sobre el camino....seguí....seguí.....

Miré en rededor por si había alguna persona más, se reirían de mí- pensé-
Estoy siguiendo unos pasos, como los niños... ¡Qué vergüenza si me observasen! ... ¡Qué vergüenza!

Terminaba el camino en la acacia, en mi acacia.

"Ella" se hallaba en la misma posición que yo adoptaba normalmente para relajarme, para disfrutar de la paz y los sonidos del campo y el agua.

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En principio lamenté hubiese escogido mi lugar predilecto, donde todos los veranos pasaba los mejores momentos de mi vida, de mi estancia allí.

Mi acacia, compañera de descanso y meditación.

Pronto quedé gratamente sorprendido por su atuendo, confuso, no podía creer lo que veía.

¡¡Todo un cuadro renacentista ante mi vista!!

Túnica blanca con ribetes de oro, sandalias púrpura...y aquella corona trenzada de margaritas, campanillas y madreselvas sobre su sien. Su cabellera rubia como el oro cayendo en cascada sobre sus torneados hombros.
Me pareció recordar que este "cuadro", quizá lo había visto en algún museo o lámina...seguro que lo había visto....Quizá Rafael, o Miguel Ángel... -Pensé-.

Sentada, absorta en el discurrir del agua, con un ramillete de flores silvestres en la mano, la mirada perdida, representaba todo el romanticismo del mundo.

-Será una hippie- deduje. -Suelen vestir así o de cualquier manera ¡no tienen complejos, además, también aman la naturaleza- seguí.
-¡No me cabe duda, es una Hippie!. Terminé.

Reparé que sus sandalias habían sido las causantes de las huellas. -Sin duda eran suyas-.

Parecía esperarme, volvió la vista hacia mí. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sus ojos azule como el cielo, la paz que irradiaba...su dulzura...

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Sobre su regazo un gato blanco, se incorporó y como invitándome a que me acercara....mirándome.....inició un... ¡miau!... ¡miau!

La miré a "ella" .... ¡Buenos días! ... mi tímido buenos días apenas podía oírse, era tal el respeto que me causaba su presencia.

¡Buenos días! - Respondió con un melodioso tono, mas bien con un susurro.

Inspiraba confianza, y sin saber por qué ni cómo, me hallé sentado junto a "ella" en la misma acacia.

-Le gusta la naturaleza ¿verdad?-. Prosiguió -Siento haber ocupado habitual lugar de reposo.

-No tiene importancia-. Respondí aún mas azarado, sintiéndome descubierto en mis pensamientos.

El arroyo hacía guiños de plata, cristal y estaño se fundían con el verde esmeralda de la ribera. El sol entraba y salía del agua a intervalos, cuando la enramada y la brisa unidas dejaban huecos.

-Este arroyo, ahora cristalino- prosiguió -seguramente muy pronto morirá contaminado, la naturaleza se haya gravemente enferma...¡Lástima de planeta azul! ¡Lástima! -. Se lamentó.

-Tiene razón, no me gustaría vivir en los siglos venideros-. Terminé.

-La desertización acabará con todo...el plástico... el hormigón... la polución...
Solamente en algunos invernaderos y artificialmente vivirá la flora y la fauna. Posiblemente en recintos controlados por el ser humano. Posiblemente casi todos los alimentos, incluso, sean fabricados artificialmente.

¡Entonces... la naturaleza no tendrá nada que hacer aquí....prácticamente habrá muerto! -. Matizó.

-¿Vive usted aquí, o quizá viene en verano como yo? - interrogué.

-Bueno yo habito en todos los lugares donde me dejan vivir, en otros, simplemente subsisto.... Escuche, escuche... - Susurró poniéndose los dedos en los labios.

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Y escuché el risueño discurrir del agua, sus risas cuando tropezaba con algún obstáculo del río.....la brisa meciendo los álamos, el murmullo de los sauces....

De pronto algo prodigioso estaba sucediendo...Libélulas, avispas, mariquitas, arañas y toda clase de insectos nos habían rodeado, algunos trepaban por nuestras ropas. Miré a la mujer horrorizado, hice ademán de levantarme y sacudir mi ropa.

-¡No, no! ... no lo haga, no le harán daño ¡siéntese, siéntese!

Obedecí, ejercía un enorme dominio sobre mí, además de inspirarme la más completa confianza. Desapareció mi miedo anterior.

Los insectos y reptiles deambulaban a su antojo por mi cuerpo, no me producían nerviosismo alguno, incluso su contacto resultaba agradable.

-¡Escuchelos! ¡Escuchelos!-. Volvió a decir.

Entonces oí conversaciones de todo tipo y en todos los tonos, se referían a nosotros los humanos. Se referían sobre todo al desprecio a las demás especies.

Un pequeño escarabajo se había encaramado sobre mi hombro izquierdo, y con voz chillona gritaba a mi oído. -Vosotros os creéis los dueños de la tierra, nos utilizáis, extermináis...os creéis los únicos protagonistas del planeta-.

Una lagartija corroboraba sus palabras. -Efectivamente, los demás seres vivientes que nacemos, sufrimos y morimos igual que vosotros, somos únicamente comparsas creados para deleite y consumo. ¡Y no es así...no es así!-. Repetía.

Una pequeña mariquita esponjando sus alas moteadas repetía -Sois lo peor del planeta y acabaréis con él....con vuestros plásticos, polución, guerras, incendios y todo lo que os rodea. ¡Acabaréis con todos nosotros....y con vosotros también!-. Concluyó tajante.

-¡Claro que sí!-. Repetían en coro.

-No tenemos ni voz ni voto-. Se lamentó la acacia. -Nos queman, nos mutilan...¡En fin! Este mundo seguro acabará mal... y nosotros también!

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-¡Menos mal que algunos humanos...pocos, nos respetan ¡menos mal!...

El gato blanco saltó del regazo de la mujer a mis rodillas y con maullidos que yo perfectamente comprendía, se lamentaba. -Todos los humanos deberíais pasar alguna vez por el trance que tú estas pasando, incluso deberíais reencarnaros en cada especie del planeta, así seguro que no actuaríais como lo hacéis-.

Miré a la mujer, ésta asintió, comprendía a los animales, a las plantas, al arroyo..... Entonces comprendí que el este prodigio lo había proporcionado ella.

.....Pero....¡Quién es usted? ¿Quién es?....

-Quien ya te imaginas.... LA NATURALEZA..... sé que me amas, por eso me has seguido...por eso te esperaba en tu acacia.....mía también.- Prosiguió. -Has sido el primer humano que ha escuchado la opinión de los animales, de las plantas.

-Siempre amaste a la naturaleza y te he correspondido-.

-Yo....yo....-. Enmudecí no sabiendo que contestar.

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Desperté despacio.... pausadamente, abrí los ojos y vi el arroyo.

La suave brisa acariciaba mi rostro, jugaba con mis cabellos. Pasee la mirada por el entorno, alcé la vista y seguí viendo el deslumbrante cielo azul de verano.

Sonreí... el gato maullaba...¡miau! ¡miau! Estaba frente a mí. Se había metido en mi sueño.

Recree mi espíritu con el suave paisaje, con la naturaleza....
Bajé la mano y tropecé con ella, allí estaba en el suelo la corona trenzada de aquella mujer. Un beso de brisa acarició mis mejillas....yo lancé otro beso al aire....y fui feliz.

*Rafael*

Julio el Cabrero


Desde mi ventana...
Atalaya dominante, veo el pueblo
despertando despacito, con desgana
con bostezos de paz y silencio

Desde mi ventana...
Oigo al gallo, a las cabras, oigo al perro
y al cuco que escondido en la montaña,
coquetea con la brisa y el misterio

Desde mi ventana...
veo el humo, que se eleva, serpentea
y el tronco que murió se vuelve nada
y su alma la escupió la chimenea

Y desde mi ventana siento
un estruendo de cencerros y ladridos
que me llega a retazos con el viento
Y observo que el silencio se ha escondido

Y siento que el pueblo se estremece
al paso del cabrero con sus cabras,
por su aporte a la vida se merece
la medalla de la vida...la medalla

Al frente de su ejército imponente
marcha "Julio" invicto capitán
azuzando a sus perros, a sus huestes
caminando y ordenando aquí y allá

Cabrero a la antigua usanza
de garrote y de mochila
de sombras y manantiales
y "sesteo" en las olivas

Cabrero de piel curtida
por soles y tempestades
con las mangas siempre arriba,
con los brazos siempre al aire

Cabrero al sol y frío
de soledad y silencio,
cabrero de monte y río,
de atardecer y misterio

¡Qué envidia me das cabrero!
Filósofo de esta vida
y sabio sin proponerlo.

*Rafael*

Dedicado a Julio el cabrero a su paso por las Hunfrías